1er. Cicloviaje Familiar

desde Casa a Tandil

 

Lugar: Arturo Seguí, Partido de La Plata, Provincia de Buenos Aires, Argentina, Sudamérica.
Fecha: Del 2/11/2013 al 18/11/2013.
Km. acumulados: 492 km.
Días de Viaje: 17
Pañales instalados durante el viaje: 80
Pinchazos: 0
Escuelas visitadas: 3
Biberones de leche preparados: 50

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hace dos años y un mes que hicimos nuestro último y segundo viaje en pareja. Y en ese momento estaba nuestra hija en la panza.

Cuando "quedamos embarazados" comenzamos a contemplar la posibilidad de viajar en bicicleta con nuestra bebé. Empezamos a buscar información sobre familias que hubieran viajado con hijos en bicicleta, pero no encontramos demasiada, o casi nada. Encontramos algunas recomendaciones de ciertas marcas de carritos para llevar a los niños, pero al averiguar precios, eran muy costosos para nosotros.

Pensamos entonces en fabricarlo nosotros mismos. Ocho meses después del nacimiento de Shantala el carrito estuvo listo para su uso. La primer vuelta de manzana fue bendecida con lluvia y sirvió de prueba para la impermeabilidad del carro y la primer corrección, (agregarle más ventilación para que no condense cuando estaba absolutamente cerrado con el impermeable).

Un año después de aquella primer vuelta, habiendo probado el carrito por la zona, con salidas de hasta 80 Km., mucha lluvia, algo de frío, con mínimas modificaciones que hicimos al trailer, al verlo en uso satisfactoriamente, viendo que Shantala se subía a él por su propia voluntad y gusto, y que nos agarraba de la mano y nos llevaba hasta el carrito para que la sacáramos a pasear, nos sentimos listos para hacer el primer viaje con la bebé.

Buscamos un destino cerca de casa y atractivo. Se nos ocurrió Tandil. Decidimos salir en Septiembre, porque nos parece que la temperatura es más templada para viajar, ni demasiado frío, ni demasiado calor. Preparamos todo, juntamos algo de dinero y cuando teníamos todo listo, las bicis armadas con las alforjas puestas...Luis se quebró un dedito de un pie. Un mes de reposo y el viaje queda postergado a Noviembre.

 

Viernes 1º de Noviembre de 2013:

Arturo Seguí, Partido de La Plata, Provincia de Buenos Aires, Argentina, Sudamérica.

Llueve. Está todo listo. Hoy era el día previsto de salida.

El plan de viaje es ir por caminos rurales/vecinales desde casa hasta Tandil. Viajaremos en bicis individuales MTB. Llevaremos alforjas delanteras y traseras para el equipo y objetos personales , y sobre las parrillas traseras portaremos un par de bolsos estancos con cosas de la bebé y ¡sus pañales! Shantala viajará en un carrito monorueda, que traccionaremos alternadamente entre papá y mamá.

La chiquitita se banca unas horas en el carrito jugando y mirando el paisaje. A veces tenemos que ponerle algunos dibujitos animados, que mira en un celular, colocado dentro del carrito en un soporte para GPS, adaptado a tal efecto. Como última opción, y la que menos nos gusta, recurrimos en casos especiales a obsequiarle alguna golosina.

Ante la lluvia, decidimos retrasar un día más nuestra partida.

 

Ya con el equipo listo para salir, está preparada hasta Shantala, que nos pidió la "mema", agarró a su perro, y sola, se metió a tomarla dentro del carrito.

 

Sábado 2 de Noviembre de 2013

Arturo Seguí.

A eso de las tres y media de la tarde tuvimos el "OK" del clima para poder partir, sin embargo nos obligó a cambiar el circuito previsto (las calles de tierra, ahora hechas un barrial) por caminos mejorados y de asfalto.

 

 

Instantes antes de la partida. La bici de Anto con el carrito. Shantala dentro, acomodando sus juguetes.

 

Instantes antes de la partida. La bici de Luis.

 

Despidiéndonos de la familia.

Por calles internas llegamos hasta el Km. 53 de la RP 2.

Inmediatamente avistamos el cartel de la siguiente foto, el cual produjo en Anto mucha emoción, porque dos años antes habíamos pasado por ahí, rumbo a Mar del Plata y Shantala estaba en su panza. No imaginó aquel día que volvería a pisar sus huellas junto a nuestra hija en su carrito.

No avanzamos mucho, ya se estaba poniendo el sol, y decidimos para en el primer lugar que pudiéramos. Apenas Luis vió una casa, frenamos, golpeó manos y pidió permiso de acampe.

Esa noche, pernoctamos en la casa de Lorena y Juan Carlos,  junto a sus hijas, Florencia, Malena y Johana. No nos dejaron armar la carpa, porque pensaban que íbamos a tener frío y nos podíamos mojar. Dormimos dentro de su casa en nuestras colchonetas.

De izquierda a derecha: Malena, Lorena, Florencia, Juan Carlos, Johana, Shantala, Anto y Luis.

 

Domingo 3 de Noviembre de 2013.

RP 2

Empezamos a disfrutar de la naturaleza que linda con la ruta y a mostrársela a Shantala.

Shantala señalando un pájaro. En el arroyito bajo este puente vimos una nutria y peces yendo aguas arriba para el desove.

 

Linda la bici con el carrito, ¡y también pesada!

Durante el día hicimos varias paradas de dos a tres horas para que Shantala se dispersara, caminara, jugara, estuviera en movimiento.

Llegamos para el almuerzo a la estación de servicio YPF/ACA de San Borombón. Nos pasamos toda la tarde allí. En ese parador, hay un área de picnic muy grande y bonita, arbolada, con mesas y mucha gente va a pasar la tarde.

Shantala paseó de lo lindo. Se acercaba a las mesas donde había gente y decía  "Hola". Si no le daban atención decía algo bajito e inentendible y se iba para otra mesa a hacer sociales.

En un momento se acercó a unas personas sentadas en el pasto que le convidan "chicitos", entonces la chiquitita se instala al lado de la bolsa de snack. Cuando le digo "Bueno, ¿vamos Shantala? Ella se para y manotea la bolsa como si fuera suya.

¡En este parador no faltaban los juegos, hamacas, perros, y también vacas! Diversión asegurada para nuestra hija.

Acercándose el atardecer pedimos permiso de acampe en este pintoresco lugar, estrenando nuestra carpa en familia.

Por suerte nos pudimos dar un "buen" baño. No es el mismo concepto de buen baño que uno se da en su casa, más bien es un concepto adaptado a cuando uno está viajando en bicicleta por lugares agrestes, parando en carpa, donde no hay duchas, por lo tanto, buen baño significa en realidad, ¡haberse bañado! No hay término medio, o estás mugriento o te bañas, ¡por eso que sea tan bueno!

Utilizamos para bañarnos en esta oportunidad un dromedario de 4 litros de capacidad. Es una bolsa preparada para portar agua y que en en su tapa tiene varios picos, uno de los cuales permite regular el caudal de agua ayudando a aprovecharla mejor. Como siempre calentamos un par de pavitas de agua hirviendo y completamos los cuatro litros con agua fría logrando una temperatura agradable para bañarse.

En un viaje anterior llevamos un dromedario de dos litros, quedaba muy escaso para bañarse, ya con este de cuatro, el resultado era mucho mejor, sobrando nos agua.

Puesta de sol en el parador de San Borombón. Primer campamento. ¡Armando por primera vez nuestra carpa para tres personas!

 

En el parador de San Borombón, mientras papá y mamá armaban la carpa, Shantala se subió sola al carrito y pidió que le pongan sus dibujitos. Sus predilectos son Caillou, Pocoyo, Mawa y el Oso y Jorge el Curioso. Nos gusta que mire particularmente Caillou, ya que es un niño común que encuentra cosas fascinantes y para entretenerse en sus días cotidianos, y le ocurren cosas que pueden ocurrirle a cualquier niño. Aunque Mawa y el Oso está entretenidísimo hasta para los adultos. Las madres se sienten identificadas con el oso por todas las travesuras que Mawa le hace.

 

Lunes 4 de Noviembre de 2013.

RP 2

Al costado de la RP 2 nos sorprendió esta bonita y rara garza, "garza silbadora" (Syrigma sibilatrix). Si bien es autóctona de la zona, no recordamos haberla visto antes en otras salidas en bici o a pie. Luis pensó que era una garza mora, pero no estaba seguro. Al regresar a casa con la ayuda de wikipedia pudimos identificarla.

Desarmando el campamento Anto metió dentro de la carpa una de las alforjas  para guardar su colchoneta y bolsa de dormir. Al hacer un poco de fuerza para cerrar el cierre, uno de los ganchos metálicos del arnés de la alforja hizo un tajito al piso de la carpa. Desde ese día evitamos meter dichas alforjas dentro de la carpa y cualquier otra cosa que pudiera dañarla. Reparamos el piso con un pedacito de la misma tela que viene de repuesto en el quit de reparación de la carpa y lo pegamos con pegamento instantáneo, (la gotita). La reparación quedó genial. Esto también se hace con las colchonetas autoinflables, que traen un quit con un retazo de su propia tela. Esperamos que no tengan que pasar por ésta avería, pero llegado el caso, está bueno saber como repararla.

 

Carancho (Caracara plancus). Y Shantala diciendo: "Pájaro, pata-pata, cola, chau pájaro, carancho."

 

 

Disfrutando viendo pasear a padre e hija.

 

Paramos en la fábrica de botas "La Española" en Chascomús. Almorzamos y miramos si había algún calzado para Anto. Shantala nos pidió que la subiéramos a la bicicleta y allí se quedó jugando como si fuera un caballito.

 

Graciosa publicidad de un seguro de salud. Y claro, después de pararse en el techo de tu camioneta, en contramano, sin conductor, al borde de un camino de cornisa, vas a necesitar un buen seguro de salud. ¡Nos hizo reír mucho!

Cerca de la hora de la merienda íbamos pedaleando muy rápido desde hacía varios kilómetros y decidimos frenar a recargar fuerzas. Paramos de repente y el efecto fue impresionante, se nos vino todo el cansancio, la sed y el hambre de golpe. Nuestros cuerpos estaban tan concentrados arriba de la bici en la actividad aeróbica que estaban haciendo, que no activaron todas las otras necesidades hasta que no les dimos la orden de parar. Para Anto fue una experiencia muy interesante y nueva. No había sentido ese cambio antes, así tan intenso, como en esta ocasión. Si no hubiera decidido parar, asegura que iba tan concentrada que habría seguido pedaleando muchos kilómetros más.

Nos sentamos y devoramos casi dos kilos de naranjas entre los dos. Charlamos con unos pescadores junto a la laguna Chis Chis. Uno de ellos estaba sumamente quemado por el sol. Su espalda tenía un color rojo frutilla. Luis le ofreció un poco de refrescante post solar con Aloe para su quemadura ya que era impresionante. Aprovechamos para descansar un rato y dormir una pequeña siesta que nos sirvió para reponer energías.

El siguiente punto que teníamos por delante era Lezama, pero se nos venía el atardecer encima y nos faltaría luz para completar los kilómetros restantes. Por otro lado empezaba a haber casas más seguido y no hallábamos lugar descampado para poder armar la tienda. Golpeamos manos en varias casas y hasta  en un edificio de control vial y las respuestas fueron negativas. 

La mayoría eran personas grandes, que estaban de caseros, y como no eran dueños no podían darnos permiso, pero en realidad parecían tener miedo de dejar pasar la noche junto a su casa a gente desconocida. Cuando estamos más cerca de las ciudades la gente se comporta diferente a la que vive en zonas más rurales. Es menos dada, quizá más influenciada por noticieros, más rodeada de las "contras" de la ciudad. Parece más temerosa, más cerrada.

Así que de negativa en negativa fuimos avanzando y acercándonos cada vez más a Lezama. Decidimos darle pedal y probar suerte en el Cuartel de Bomberos Voluntarios de dicha ciudad. Llegamos bien, justo antes de que se cerrara la noche.

Le contamos al cuartelero lo que estábamos haciendo, y que dos años antes, allí mismo, también nos habían dado permiso para pasar la noche, durante otro viaje, cuando la niña que estaba ahora en el carrito, la vez anterior viajaba dentro de la panza de mamá. 

Una llamada telefónica y vino a saludarnos y darnos el "OK" en persona el Jefe de Bomberos. Nos permitieron armar la tienda en un predio del mismo cuartel.

Este día pedaleamos 68 km. Si bien el número parece atractivo, fueron más horas de lo previsto. Shantala llegó algo saturada de carrito y estuvimos al límite con la luz del día.

 

Martes 5 de Noviembre de 2013.

Junto al cuartelero. Despedida del Cuartel de Bomberos Voluntarios de Lezama

 

En el patio del cuartel Shantala encontró un carrito con que jugar. Hacía: "Brrrum-brrrrum"

Hicimos unas compras de provisiones y de un cargador para enchufar el celular a un encendedor de auto.

En un taller a Luis le permitieron adaptar una batería de un taladro inalámbrico que había llevado para las luces de Led de alta potencia del carrito. Ésta batería es de 14,4 volt, mientras que en cualquier automóvil, a pesar de que sus baterías son de 12 v, el cargador de éstas genera 14 v; por ésta razón pensó que podía funcionar todo el invento. Así que no solo hizo funcionar las luces que señalizan el carrito, sino que por unos pocos pesos obtuvimos un cargador de campaña para el celu con el que Shantala se entretenía mirando sus dibujitos animados.

Con esta batería de 14,4 v y 2,8 amper pudimos cargar el celu hasta 5 veces. No es que Shantala se la pasara mirando "dibus"  todo el día, sino que no tuvimos muchos lugares donde recargar el celu y reconozcamos que las baterías de estos aparatejos modernos con pantallas grandes y táctiles no duran ni a palos lo que duraba la batería en un nokia 1100.

Fue algo de peso extra pero creo que contar con algo así está bueno, aunque tal vez si se puede reemplazar por un dínamo ó por algún cargador solar que genere las cargas para el celu en el medio del campo, que sea más liviano, sería buenísimo.

Rosas en el Paraje "El Destino".

Al mediodía arribamos al Paraje "El Destino". Tenía una mesa debajo de una deliciosa sombra, en la puerta de una proveeduría. Todo lleno de flores cultivadas y sobre todo muchas rosas, en cantidades, por  todos lados. Todas plantadas de gajos por el mismo dueño del almacén y por los vecinos, en la garita del micro, al borde de la ruta, en los jardines particulares, por donde miraras.

El almacenero nos facilitó cargar agua de su bomba y pasar al baño.

Almorzamos muy plácidos mientras Shantala dormía. Luego jugó, caminó, comió y encaramos hacia Pila.

En la entrada a Pila nos escoltó una bóveda de árboles añejos.

Buscamos la plaza principal en la cual la maciza sombra de las enormes copas de los árboles en más de la mitad de la plaza no dejaba pasar el sol.

Volvimos a acudir a los Bomberos Voluntarios en Pila. Y visto que no tenían lugar se comunicaron con la Secretaría de Deportes del municipio, la cual nos facilitó un vestuario con agua caliente en el campo de deportes llamado "El Quincho".

Cenamos en la pizzería "Aldana". Fotografía junto al dueño (izquierda) y su ayudante (derecha).

 

Miércoles 6 de Noviembre de 2013.

 

Despidiéndonos de Julio y sus riquísimos y accesibles helados.

Partimos de Pila con un rico sabor en la boca, no sólo por el helado, sino también por su gente.

A la noche nos habíamos quedado charlando con Julio en su heladería, y entre tanta charla Shantala cayó dormida. Cuando nos dispusimos a regresar caminando con la bebé dormida en brazos al vestuario para pernoctar, Julio cerró la heladería y se ofreció a alcanzarnos en su auto. Fue un muy grato aventón con el cansancio que teníamos encima.

Bella Vista del Canal 9.

El día de pedaleo fue bastante provechoso ya que veníamos con viento a favor. Hasta el día anterior debido a que había llovido mucho antes de salir de casa, habíamos estado pedaleando por asfalto y fue necesario en el tramo Lezama- Pila prestar mucha atención al espejo retrovisor, ya que en varias ocasiones era necesario pasarse a la banquina con anticipación.

Desde Pila, visto que habían pasado varios días de buen sol desde la lluvia,  tomamos al fin el camino de tierra por el que habíamos planeado ir. Nos sorprendió la rapidez con que nos pasaban los paisanos en esta calle, se podría decir que nos pasaban más rápido que en la ruta pavimentada, y no les importaba la polvareda que levantaban en torno de uno. El tránsito fue algo movido en el primer tramo de tierra, y hubo que estar muy atentos, porque la polvareda anulaba la visibilidad por unos instantes. Llegamos a pensar que irónicamente era más seguro ir por el asfalto que por esa calle. Pero por suerte el tráfico mermó enseguida.

Casi perdimos un abrigo que Anto se quitó, apoyó en la parrilla trasera y se olvidó de atar. Pero por suerte vió un bulto rojo en el espejo retrovisor y volvió a buscarlo.

Ese día por la mañana después de ese primer sobresalto con el tránsito, sólo pasaron algunos camiones y algún que otro convoy encabezado por un tractor grande, al cual iba enganchado un trailer tanque para el gasoil, a éste una sembradora de siembra directa, a ésta una camioneta y a ésta finalmente un trailer casa rodante de buenas dimensiones. En total, por lo general, toda la formación media de largo entre 15 y 24m. 

Nos olvidamos de fotografiarlos, por eso Luis se tomó el trabajo de hacer este simpático dibujito. La mayoría de los convoy no llevaban camioneta, pero nos  sorprendió el primero que vimos, que fue el más largo.

Estos convoy nos salvaron varias veces ya que nos facilitaron agua a largo del camino.

En esta época se está sembrando, pero más adelante se suelen ver también muchas cosechadoras de inmensas dimensiones acompañando a estos convoy.

A eso de las 11:30 AM vimos una pequeña escuela rural y decidimos parar a charlar un rato con su docente y alumnos. Para nuestra sorpresa la matricula era de 3 estudiantes. Es maravilloso el sistema educativo que tenemos, en cuanto a que si hay sólo un alumno, tiene que haber un maestro.

La maestra, de tan sólo 23 años, nos presentó a sus niños; mientras que Shantala se entretenía jugando en una calesita.

A los pocos minutos llegó una de las madres a buscar a su hija y nos invitó a almorzar en su casa. Vivía con su marido y sus cuatro hijas en un campo a unos 8km de la escuela.

Con el viento a favor y el entusiasmo por hacer pronto esos 8 km, íbamos a muy buena velocidad y de repente la rueda del trailer salió disparada hacia atrás, y picó dos veces antes de salir hacia adelante por la inercia que llevaba. No sólo pasó a la bici de Anto que llevaba el carrito, sino que avanzó por el medio de la calle como treinta metros desde donde se salió.

Anto se quedó sorprendida porque no entendía que pasaba. Sintió un golpe secó, la bici un poco más pesada, hasta que se detuvo y vió la rueda que iba pasándola sola, al mejor estilo de la moto que se parte al medio de la pantera rosa.

Ver minuto 2:45 del video de YouTube. "Jajajaja". Ahora Luis se ríe, pero en ese momento no nos pareció algo divertido. Al margen de esto Shantala no se dió cuenta de lo que pasaba, ella siguió mirando las vacas.

 

La rueda del trailer a unos 30m de donde se salió.

La cosa es que el cierre rápido se aflojó con tanto poso. Por suerte tubo solución y no pasó absolutamente nada. Sólo ajustamos mejor el eje, y encontramos un detalle para mejorarle al carrito. El horquillón trasero, que era de una antigua bici todo terreno de doble suspensión, traía el montaje para tuercas con corredera, en vez de lo que traen las de hoy en día, que es un montaje para cierres rápidos. El trailer no tubo daños a pesar de haber rozado tipo trineo como tres metros por el camino de tierra blanda.

Mientras acomodábamos la rueda del trailer, Anto se quedó sorprendida al comprobar la curiosidad de las vacas. ¡En menos de un minuto todas estas vacas se habían acercado al alambrado a ver qué pasaba!

 

En el campo "El 25" junto a la familia de Mara y Roberto, que nos invitaron a almorzar, y dos de sus hijas.

La casa era hermosa. Fresca, a la sombra de unos árboles, con galería. Por dentro el piso de baldosas rojas, muebles y aberturas de madera.¡Hogar junto a los sillones, salamandra en el baño, en la cocina, y cocina económica! Cómo diría un citadino:"¡Bien de campo!"

Mara había preparado un guiso de arroz con pollo que estaba espectacular y además calentaron cordero para nosotros que era una delicia para chuparse los dedos. Éstos, acompañados por pan casero que Mara prepara todos los días.

Roberto es capataz de una estancia y tiene a su cargo 3000 hectáreas. En el predio lindero a su casa había un plantel de unas 60 ovejas madres; de las cuales, puede hacer uso de los machos, para el consumo de su familia y sus peones. Así que si bien para nosotros fue una comida muy especial, para ellos es algo cotidiano comer cordero.

Roberto además es un adepto a los trabajos de soguería y al comentarle Luis que estaba empezando a aprender ésta artesanía, se apasionó mostrándole sus hermosos y elaborados trabajos.

Aprovechan todos los cueros, ya sea de vacas o algún caballo que hallan muerto, tanto como de los corderos que carnean.

Shantala se divirtió jugando en compañía de sus nuevas amiguitas. Desparramó todos los juguetes de las nenas, y quiso seguir con los adornos de Mara. Recorrió la granja, jugó con los perros, acarició a una yegua, y se asustó con un cuero que colgaba para secarse al sol y con varios sapos.

Las nenas tenían una bicicleta que estaba desinflada, así que mientras Anto lavó los platos, Luis dejó andando la bicicleta.

Luego de tan buen almuerzo y gratos descanso y charla con ésta familia, continuamos viaje.

La tarde siguió con buen viento a favor y para la merienda arribamos a Casalins.

Mariel nos permitió armar la carpa en el parque de su casa, que era parte de la vieja estación de tren. Nos ofreció que hiciéramos uso de su baño y cocina, y aprovechamos para duchar a Shantala.

Ella trabajaba como cocinera en la escuela del pueblo y su marido realizaba tareas rurales.

Con Mariel, aficionada al Tallado en madera.

Frente a la casa había una plaza con juegos y Shantala se pasó horas jugando en ellos. Estos juegos eran de madera dura y nos resultaron muy pintorescos.

Cuando decidimos merendar, Shantala que se la había pasado casi toda la tarde durmiendo en el carrito mientras que nosotros pedaleábamos intensamente, se las arreglaba como para tener a sus dos progenitores corriendo detrás de ella, mientras encontraba cosas peligrosas para hacer, como correr hacia la calle o hacia donde había un perro con pocos amigos. Mamá y papá estaban cansados y querían comer y sentarse un rato, así que como dicen por allí que "la necesidad agudiza el ingenio", Luis agarró una cuerdita elástica, con la que tendemos la ropa para que se seque, en un extremo la sujeto al piso con una estaca de la carpa y en el otro a una de las presillas del pantalón de Shantala, ¡y de ese modo logramos los 5 minutos que requería la tan merecida merienda!

 

Jueves 7 de Noviembre de 2013.

Amaneció lloviendo en Casalins.

Preparamos las bicicletas como para salir y dejamos la carpa armada, pero le quitamos el dormitorio interno, quedándonos una superficie bajo techo más amplia.

Almorzamos unos ricos patis a resguardo de la lluvia. Si bien el calentador a nafta que usamos (MSR wisperlite internacional) es prácticamente un soplete, nos las arreglamos para levantar la olla unos cuantos centímetros por encima del quemador con ayuda del paravientos, para que no se nos quemen las hamburguesas, así y todo un poquito se tostaron, pero quedaron riquísimas.

El cielo despejó y a las 14:30 ya había un sol radiante. La lluvia no había sido muy abundante y el camino de tierra empezó a secarse. Probamos arrancar, al principio fue muy fácil avanzar, pero pronto el camino se puso más pesado, los neumáticos se enterraban un poquito en la tierra blanda. Decidimos bajar la presión de los neumáticos de 65 PSI (recomendable para pavimento) a 45 PSI (recomendable para tierra o ripio) y la cosa marchó  mejor. Luis se sentía más cansado y Anto le relevó el trailer por el resto del día.

Nos topamos con varios grupos de vacas que pasteaban lo más campantes en el medio de la calle.

Avanzamos 20 Km. y antes del atardecer tratamos de conseguir agua. Luis se metió en un campo hasta un molino. Pero al parecer el agua de la zona es bastante salitrosa, por lo que era intomable. Además el sistema estaba medio endurecido y no había viento que moviera el mecanismo, por lo que después de girar a mano muchas vueltas apenas obtuvo poco más de un par de litros de agua maloliente y salitrosa, que no servían ni para lavarse.

¡Incursión al molino!

Se acercó un paisano en camioneta y le contamos de nuestro viaje y preguntamos si sabía dónde armar la carpa sin problema. El hombre nos dijo que él trabajaba en la Estancia "La Cristina" y que podíamos hacer noche ahí, donde la tranquera, en la que apenas se leía el oxidado cartel.

Cuando llegamos a la entrada de dicha estancia, nos encontramos con otro convoy que nos salvó nuevamente, gracias al darnos agua. Gracias a él pudimos hacer nuestros quehaceres y tener agua para el día siguiente.

Viernes 8 de Noviembre de 2013.

Bello amanecer con bruma en la tranquera de la Estancia "La Cristina".

La chiquitita tomando un poco de jugo ni bien se despertó justo antes de pedir su Mema.

Para cuando desarmamos el campamento la bruma se había levantado. El camino estaba más firme, y ese día avanzamos bastante más que el anterior.

Hermosos caminos rurales muy tranquilos, en los que nos pudimos relajar bastante y permitir que la chiquitita anduviese a sus anchas en algunas paradas que hicimos para estirar las piernas.

 

La chiquitita cuando no hay a su alrededor algún peligro, lo inventa, en este caso se las arregló para quitarle a la bici el bastón que usamos para pie de apoyo, ¡y montarlo como a un caballito! Cuando se caía la bici estábamos cerca y evitamos de que la pioja sea aplastada por su travesura.

 

Shantala jugó un rato por allí y cada tanto se metía en el carrito tumbado a buscar alguno de sus chiches. En el techo del carrito, que también sirve de cambiador llevamos las cubiertas de repuesto.

 

La borrega estaba re contenta. Iba y venía y a cada rato se acercaba corriendo, Y nos abrazaba con una inmensa alegría!

¡Jugando con el casco de papá!

Contando lo que veía a mamá.

Espátula rosada (Platalea ajaja)

Cerca del mediodía arribamos a Udaquiola, partido de Ayacucho.

Entramos a visitar la Escuela Primaria. ¡Shantala encantó a los alumnos, que sobre todo eran nenas, y los llevaba a pasear como si fuesen su séquito! Les decía: "Vamo-vamo".

Llegamos justo en el recreo, que debido a nuestra visita duró más de lo normal.

Ya hacia varios días que no teníamos señal en nuestros celulares. Una de las maestras nos ofreció hacer una llamada a nuestras familias para avisar que estábamos bien. 

Muchas gracias a las maestras, alumnos y personal auxiliar de la Escuela Primaria Nº 27 de Udaquiola, partido de Ayacucho.

Las maestras nos contaron que hacía un año habían pasado por allí dos ciclistas hermanos de Ecuador. Estuvo buenísimo que también pasáramos nosotros porque genera más conciencia y noción en las personas de que viajar en bici por ahí es algo que se puede hacer, se hace, y hay muchas más de una persona que lo están haciendo.

Continuamos camino por estos hermosos parajes siempre costeando la vía abandonada desde 1978.

Estos pueblos que nacieron con el tren lucharon y luchan por seguir vivos después de esa puñalada en sus corazones que fue el levantamiento del servicio ferroviario.

Llegando al paraje Langeyú.

El Almacén de Langeyú

Este centenario almacén de ramos generales es el único de todo el partido de Ayacucho que permaneció desde sus inicios con sus puertas abiertas ininterrumpidamente, a pesar de los cambios de dueño que tuvo en su historia.

Si bien nos contó su propietaria que al principio el almacén era tan solo una fracción de lo que es hoy, la parte original aún sigue en pie. Es la que esta en madera, a la izquierda, conformando parte del cuerpo principal del bolichón. En sus muros se ve carteleria publicitaria de chapa enlozada que tiene algunos añitos.

 

En su interior se puede conseguir todo lo necesario para la vida en el campo. Y a diferencia de muchos otros almacenes de campo que Luis ha visto, este  no era decoración para el turista, sino que todo lo que estaba colgado y en exposición se vende a los que lo visitan a diario. Venden desde llaves francesas Bahco, pasando por lazos de cuero e hilo negro hasta pilas, shampoo "Pantene" y jabón "Dove".

El Pool es un poco más pequeño que los habituales, pero no por eso los lugareños dejan de venir a usarlo y a veces, nos contaba la dueña, se extienden sus partidas hasta las dos de la mañana.

¡El boliche tenía un mostrador de estaño macizo! Cosa que alguno de ustedes a sentido nombrar y otros no, pero helo aquí, una reliquia. Al parecer era muy normal en otras épocas, aunque actualmente debe ser uno de los pocos que quedan.

No solo para heladera no usaban electricidad, ya que no la hay en el pueblo, y usan gas para enfriar las bebidas, si no que la balanza, otra auténtica reliquia, es la que usó la señora para pesarnos la fruta que compramos; no estaba de adorno, sino en actual funcionamiento.

Antigua balanza de platillo.

 

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Algunos stickers publicitarios de antaño.

A las afueras del pueblo todavía se puede observar un cartel que indica que en Langueyú hay combustible, pero ese cartel estaba ya muy oxidado.

He aquí la razón del cartel.

Al parecer la torre, tipo faro, se llenaba en su cúpula de vidrio, (donde había una medida), con el combustible a vender, hasta donde uno quería, usando una manivela; luego se vaciaba este contenido en los tanques del cliente, simplemente bajando la manguera, y colocando su pico en la boca del tanque. En el piso había una tapa (derecha de la foto) que al parecer era el depósito subterráneo de combustible, marca YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales).

Sobre la biga doble T que está dispuesta al frente del almacén para que los paisanos aten sus caballos, a la hora de entrar a comprar víveres ó tomarse algo fresco, Shantala se puso a jugar con ayuda de mamá.

Shantala encontró un nuevo amigo, el pobre se dejaba hacer de todo a cambio de mimos.

Continuamos hasta el pequeño Solanet y una vez que pasamos el pueblo encontramos una buena arboleda sobre la entrada a una estancia (El Cardal). Mientras Luis fotografiaba el atardecer, llegaron los dueños del campo y les pidió permiso para armar la carpa. Respondieron afirmativamente.

El sitio estaba muy acogedor, habíamos llenado toda la capacidad de agua que teníamos, así que fue noche con baño a tutti y hasta lavado de ropa.

 

Portal de la estancia.

 

¡Atardecer a las afueras de Solanet!

 

¡Ropa tendida! Si algo no está seco al empezar el día, lo trabamos entre las sogas elásticas que sujetan el equipaje, y se termina de secar mientras vamos pedaleando.

 

En la foto se ve el campamento y nuestras reservas de agua, las que contaban de 22 Litros entre:                                                                                        

2 termos marca "Thermos" de 1 l c/u,                                                             

4 botellas de 1,5 l c/u,                                                                                   

1 botella marca "Nalgene" de 1 l (botella de pico ancho y plástico resistente, apta para poner agua caliente, se puede usar a modo de bolsa de agua caliente para calentar los pies en la bolsa de dormir),                                                   

2 dromedarios, uno de 2 l y otro de 4 l,                                                           

3 "Camel-Back", uno de 3 l y dos de 2 l.

Con esa cantidad la verdad es que nos alcanzaba muy bien para hacer todo. Salvo los termos y las botellas que llevábamos llenas todo el tiempo, el resto lo plegábamos e iba doblado y guardado dentro de las alforjas hasta la siguiente ves que los necesitaramos. Usualmente llenábamos todo cuando íbamos a acampar en forma agreste y a mediados de la tarde conseguíamos una fuente de agua donde reabastecernos. Los termos los llenábamos por la noche cuando prendíamos el calentador para cocinar, y de ese modo ya no lo teníamos que encender para el desayuno, y teníamos agua caliente disponible durante todo el día, para las mamaderas de la bebé, el almuerzo y la merienda.

Tijereta (Tyrannus savana) en uno de los árboles cercano al campamento

 

Sábado 9 de Noviembre de 2013.

A las afueras de Solanet, partido de Ayacucho Provincia de Bs. As.

¡¡¡Qué Cara de sueño!!! ¡Nos despertábamos todos los días con esta sonrisita dentro de la carpa!

Por la mañana cuando ya habíamos levantado campamento se acercó al galope un jinete que intrigado por nuestra historia vino a conversar un rato. La había escuchado de boca de su patrón en el campo, y nos contó de sus quehaceres y de las  actividades que se hacen en la zona para ganarse el pan de cada día. Después de haber pedaleado varias horas, nos lo cruzamos al paisano en una camioneta y nos saludó re contento, con una sonrisa de oreja a oreja, y con la mano levantaba, moviéndola de un lado al otro, como cuando saluda un nene.

Chajás (Chauna torquata). Los chajas suelen andar en parejas y se dice que son monógamos y ésta pareja es para toda la vida.

Chajá volando.

Cerca del mediodía necesitamos cargar un poco más de agua y encontramos una escuela. Allí se encontraba lavando ropa una vecina, en la compañía de sus dos hijas.

Charlamos, comimos, algunos durmieron, lavamos ropa y Shantala no desaprovechó ocasión para jugar con las niñas.

Anto y Shantala junto a Silvana y sus dos hijas.

 

Creemos que es un tordo (Molothrus bonariensis).

Piquito de plata (Hymenops perspicillatus). Costó muchísimo fotografiar a este hermoso pajarito. Andaba siempre muy cerca, pero cuando sacabas la cámara, disparaba volando.

Llegamos a Ayacucho después de una pedaleada dura y agotadora, con viento en contra todo el día.

Después de la parada obligada de tres horas en la plaza, con merienda de por medio, y localizado por Luis el Cuartel de Bomberos Voluntarios en su GPS, nos dirigimos a dicho punto; el cual resultó ser el futuro edificio.

Preguntamos a los lugareños y dimos con el cuartel actual.

Luis reconoció el lugar. Había pasado por allí tres años antes, solo, en otro viaje. Ahora los visitaba con la familia armada, y continuando a bordo de la bicicleta.

El jefe de bomberos se acordaba de Luis. Nos dieron una piecita para pasar la noche, con las mismas comodidades que en casa: ducha, cocina, tele, Internet, y hasta un secarropas centrífugo que aprovechamos para limpiar y secar las ropas.

 

Domingo 10 de Noviembre de 2013.

¡Amaneció lloviendo en Ayacucho!

Hablamos con el Jefe de Bomberos y pedimos permiso, ante la situación climática, para pasar una noche más en el cuartel. Accedió muy amablemente.

¡A pesar de la lluvia salimos varias veces a hacer mandados, después de estar tantos días seguidos al aire libre, bajo techo, nos sentíamos encerrados!

A la tarde, cuando fuimos a comer un helado en la plaza, dos actores, emperifollados de mujer, bailaban en una esquina promocionando una obra de teatro.

Fuimos a verla y nos resultó muy divertida. Halagamos enormemente la capacidad de los actores. Muy expresivos y muy cuidadosos en los detalles, los gestos, las poses. ¡Excelente todo!

También anduvimos de visita por la radio, y nos hicieron una agradable entrevista contando un poco lo que estábamos haciendo y dedicamos un agradecimiento especial a los bomberos.

La revancha de la reina.

 

 

Lunes 11 de Noviembre de 2013.

Amaneció con un clima favorable.

Antes de la partida sacamos una foto con los bomberos.

También hablamos con un periodista local, que quería escribir una nota sobre nosotros para el diario La Verdad de Ayacucho. Aunque nos dijo que podríamos encontrar la nota en la versión On-Line del diario, no hemos logrado dar con ella, y nos desilusionamos un poco. ¡No sabemos que habrá pasado!

¡Muchísimas gracias a los Bomberos Voluntarios de Ayacucho por ser parte de nuestro sueño de viajar en familia en bicicleta!

 

Almorzando al costado de la ruta. Otro convoy nos facilitó agua.

Avanzamos todo el día por asfalto (RP74) con viento en contra. Nos habían comentado que la ruta estaba en muy mal estado y que los camiones iban de un lado al otro de la calzada esquivando los baches. Estábamos muy atentos a los espejos, pero el tráfico era leve y los vehículos nos pasaban a baja velocidad y a buena distancia. Paradójicamente, el único vehículo que nos pasó rápido, y algo cerca, que justamente tendría que dar el ejemplo, fue una camioneta de Policía Provincial.

Fue una tarde arriba de la bici "Informandooo". Anto vigilaba y avisaba qué vehículo venía por detrás, y Luis por delante, y así sabíamos cuando era necesario abandonar la calzada.

Para la merienda arribamos al parador "Las Chilcas" donde degustamos un pedazo de queso de campo riquísimo.

Dejamos a Shantala que se entretenga chapoteando en unos charcos, y obviamente al rato se había mojado bastante. Le pusimos muda limpia de pies a cabeza. Para cambiarla usamos el techo del carrito, que en ese momento llevaba trabadas las cubiertas de repuesto. Las quitamos y nos queda un buenísimo cambiador.

 

Tirando piedritas al agua.

En esta época del año es coincidente la dirección y el sentido de la ruta que llevábamos con el punto donde se pone el sol. Disfrutamos de un escenario espectacular con el sol dorado, vislumbrando por primera vez en el horizonte los cerros de Tandilia. Pero no todo era disfrutar, con el sol poniéndose justo al frente, comenzó a complicarse ver si venía un vehículo de frente, y lo mismo, los que vendrían desde atrás no nos verían a nosotros.

A los 4km de "Las Chilcas", encontramos un monte a la vera de la ruta y decidimos acampar allí. Al frenar nos dimos cuenta de que: "¡Oh-oh, los neumáticos de repuesto no estaban!"

Luis dejó todas sus alforjas y bolsos y regresó, a bici pelada, hasta el paraje en busca de los neumáticos. Los encontró a la vuelta, a quinientos metros del parador.

Durante ese breve lapso de tiempo, Anto, que es bastante asustadiza, además de armar la carpa y guardar todo el equipo,  tuvo tiempo de preguntarse qué hacía si Luis no volvía y se quedaba sola en la ruta con Shantala.

Y Luis, al andar sin equipo, sin carrito y sin bebé, solo, se sintió totalmente relajado pedaleando así. Se percató de que el origen de esa tensión, que claramente tenía cuando andaba con todo a cuestas, provenía de la mismísima ruta de asfalto, transitada y sin banquina, que si bien nos permitía avanzar después o durante una lluvia, ir más rápido y con menos esfuerzo físico, conllevaba un contraproducente esfuerzo psicológico por la atención constante que había que prestar al tránsito. Metió todo en una balanza, de un lado el asfalto sin banquina y transitado, y del otro, caminos de tierra, con escaso tránsito, donde podíamos andar y descansar a nuestras anchas: ganó sin duda la predilección de los camino de tierra, por la tranquilidad con la que se pedalea viajando en bicicleta.

Al charlar sobre esto entre los dos, Anto les hace una propuesta a los lectores, especialmente a aquellos que viajen, viajan, en vehículo, en familia, o solos.

Si nosotros, en bicicleta, y yendo despacio, que además transitamos caminos de tierra en excelente estado, nos tomamos el tiempo para conocer y parar en lugares muy pintorescos que las rutas asfaltadas no tocan, usted, señor conductor, conductora, ¿qué pierde, o piense, qué ganaría, si elegiría los caminos rurales para llegar al destino de sus vacaciones, visitando y tocando puntos, y experimentando una tranquilidad y un ritmo que de otra forma no conocería? Por ejemplo, ¿en vez de llegar en un día a Tandil desde La Plata, por qué no, llegar en dos, haciendo noche en el medio del campo, en carpa, bajo un cielo estrellado en el que no hay electricidad? No digo viajen en bici, porque eso es algo que a uno le tiene que gustar, pero sugiero, tomen el viaje de otra manera, que no sea llegar corriendo a su destino, que disfrutar del lugar empiece desde que salen de sus casas. En 20 años viajando en auto con mis papas, no vi, ni pude fotografiar todos los animales y flores que sí vi y retraté, en sólo tres viajando con bicicleta. No se trata de con qué, sino de cómo.

Esa noche no hubo baño, ya que no teníamos suficiente agua. Pedimos en el parador. Usualmente nos muestran donde hay una canilla y nos permiten cargar toda el agua que necesitemos, pero ésa fue la única vez en todo el viaje, que nos dieron un poco de agua en un bidón, (que tuvimos que dejar en la puerta del local). El siguiente no es un comentario negativo, fue simplemente la percepción que tuvimos ambos del lugar, si bien el almacén estaba confortablemente decorado con muchas mesas, sillas y sillones, al estilo de campo, que parecían ser para uso de los clientes, había algo en las personas que nos atendieron que no necesariamente invitaba a sentarse, si no que más bien decía, váyanse pronto. No tenían mucha buena onda.

 

 

Martes 12 de Noviembre de 2013.

Por la mañana, a pocos kilómetros de donde habíamos hecho noche, encontramos un desvío de la ruta que nos llevaba al camino de tierra por el que habíamos planificado ir originalmente. Aunque significó 10 Km. extras, gustosos estuvimos de pedalearlos en pro de abandonar el asfalto. Resultó tener este desvío uno de los paisajes más bonitos de todo el viaje, muestra de ello en la siguiente foto.

 

 

Con este camino salimos exactamente al límite entre el partido de Ayacucho con Tandil, pasando la estancia La Constancia, y antes del desvío, a la estancia de los Pereyra Iraola, (últimos dueños del Parque provincial que está a escasos kilómetros de nuestro hogar).

En este cruce nos reabastecimos de agua en una casa y almorzamos en una sombra, que costó mucho encontrar. Donde nos sentamos estaba el pasto largo y al pararnos, quedó una gran zona de pasto aplastada de manera tal, ¡qué parecía que allí habían estado echadas un par de vacas!

 

En una parada fotografiamos a Shantala, durmiendo abrazada a su perro, dentro del carrito.

 

El resto del camino nos acompañaron las sierras en el horizonte y amplias plantaciones de trigo que eran literalmente una extensión de mar verde que el viento movía como si fueran olas.

Pensamos que llegaríamos a Tandil, pero todo el día estuvo con fuerte viento en contra. Hicimos posta en el Paraje "El Solcito", a unos 20km de Tandil. Allí había una escuela. Unos kilómetros antes, un vecino nos había indicado que no había problema de que nos reabasteciéramos de agua en el establecimiento.

Debido a la hora, ya no había nadie. Encontramos una canilla del lado de afuera y recargamos nuestro equipo con agua. Shantala vió los juegos, y no pudimos sacarla de ahí por un par de horas, entre lo que se nos vino el atardecer encima. No había nadie a quien pedirle permiso para armar la carpa en el predio de la escuela, así que decidimos armarla detrás del edificio, cuando hubiera oscurecido un poco y desarmar todo bien temprano al día siguiente para no causar molestias.

Miércoles 13 de Noviembre de 2013

A las 5 AM nos despertamos. Mientras Shantala dormía acomodamos todo y para la salida del sol ya estábamos en la vereda de  pasto, fuera de la escuela. Le preparamos la "mema" a la bebé, y desayunamos.

La chiquitita toda acurrucadita en brazos de mamá al amanecer, todavía despabilándose.

Durante el viaje fotografiamos entre los dos (Luis y Anto) varias florcitas al costado del camino. He aquí un colage con el resultado. Algunas florcitas eran más chiquitas que la uña de un dedo meñique. ¡Esperemos que les guste!

 

Además de las flores encontramos algunos ofidios.

 

A eso de las 8:30 arribamos a las calles de las afueras de Tandil (foto de   abajo), pero debido a la geografía, el clima (empezó a llover) y lo grande y complicado de su tramado, nos demoramos unas tres horas más en arribar al camping.

En los kilómetros cercanos a Tandil, abundaba este arbusto repleto de flores amarillas. El paisaje estaba custodiado por las ya cercanas sierras y a sus pies, amplias planicies cultivadas y con bosques que iban subiendo paulatinamente hacia los cerros.

Luego de las primeras cuestas, a Anto se le habían fatigado las piernas y se le complicó continuar subirlas pedaleando. Llevaba el carrito y se lo pasó a Luis, pero en las subidas tuvo que continuar a pie hasta el camping.

Anto logrando subir una de las primeras peludas cuestas pedaleando con el carrito.

Shantala en el hermoso camping "Pinar de la Sierra"  jugando con un nuevo amigo.

En los días siguientes 14, 15, 16 y 17 de Noviembre nos dedicamos a recorrer Tandil paseando y haciendo mandados. No pudimos recorrer todos los puntos turísticos de la ciudad, ya que el camping estaba alejado, y las distancias en bici y con las cuestas se hacían más largas; pero visitamos dentro de lo que pudimos los puntos que eran de mayor interés para nosotros, aunque nos quedó más por ver, así que ojalá volvamos en otra ocasión.

Regresamos a nuestra casa el domingo 17, en la noche, en el tren que parte desde Tandil. Nos sorprendió el servicio por el buen nivel. El vagón estaba limpio, las instalaciones sanas, butacas, ventanas, y cortinas en cada ventana.

Contaba con dos azafatas, y más personal que recorría el tren durante el viaje cerciorándose de que todo marchara como correspondía. Nos obsequiaron con agua mineral y alfajores.

Cabe resaltar que los dos, Luis mucho más, hemos viajado en otros servicios de trenes del país y ésta es la primera vez que es un servicio digno, en el que dan ganas de viajar, en los otros querías salir corriendo apenas subías.

A continuación fotos con las vivencias en Tandil.

 

Con Diego y Josefina. Volviendo de hacer unos mandados, un chico nos llamó la atención para que nos acercáramos. Nos pusimos a charlar y anunciaban alerta meteorológico. Se estaba por largar, así que no llegaríamos al camping y los chicos nos invitaron a pasar la noche con ellos, en la casa en la que vivían que funcionaba como restaurante.

Nos contaron que acababan de volver hacía poco de un viaje en bicicleta que duró varios meses y estaban fascinados. Ésta es su página Web: www.viajicleteros.com.ar

Estuvimos un par de días en Tandil sin hacer mucho más que descansar, pero el tercer día estuvimos recorriendo bastante en las inmediaciones de la ciudad.

Una mañana preparamos el equipo de mate, termo, agua vianda y nos fuimos a la reserva natural cierra del tigre. Almorzamos allí después de subir el cerro Venado con shantala de la mano.

Caminata por la Reserva Natural "Sierra del Tigre".

Papá y Shantala caminando.

 

Antiguo mortero en las proximidades de una antigua fonda de picapedreros.

 

Shantala jugando feliz entre las rocas en la cima del cerro Venado. Subió caminando sola la escalinata que lleva a la cima.

 

La Chiquitita estuvo bastante entretenida correteando por toda la reserva.

 

Mamá correteando a Shantala.

 

En la reserva había una buena cantidad de burros (Equus africanus asinus)

Retama en la reserva (Retama sphaerocarpa) estaba lleno de retamas por todo Tandil.

Chimango (Milvago chimango)

 

Zorro (Pseudalopex gymnocercus)

 

Cuis (Cavia aperea pamparum) Este simpático roedor sin cola, herbívoro, fue uno de los animales que encontramos en el camino y en el mismo destino con más frecuencia. Suelen ser fácilmente visibles al costado del camino justo antes de la puesta del sol. 

Después de recorrer la reserva nos fuimos a recorrer la zona del Castillo Morisco desde el cual se tiene una pintoresca vista. Desde allí, "adrenalínica" bajada mediante, nos fuimos al monumento al Quijote en donde disfrutamos de una merecida merienda ya que la subida hasta este monumento nos dejó sin aliento. Observamos el atardecer, el cual estuvo fantástico.

La filia a pleno junto a Don Quijote y Sancho.

 

El archienemigo gigante de Don Quijote

 

"Heidi" correteando por las piedras cercanas al monumento!

 

El Monumento a contraluz durante la puesta de sol.

 

Paisaje tomado por Anto.

 

La luna.

El último día de estadía en la ciudad, fuimos a visitar su monumento ícono, el cerro "La Movediza". Este cerro lleva el nombre de una piedra, de 390 toneladas,  que solía mecerse al filo de un acantilado antes del año 1912 cuando se cayó de su soporte. Desde entonces y hasta estos días se hicieron muchas hipótesis del porqué de su caída, aunque se dice que fue un rayo el responsable, hay muchas versiones más. En el 2007 hicieron una réplica.

La vista desde aquí es muy buena!.

En el cerro la movediza junto a la símil piedra!

Desde la movediza nos fuimos para el camping pero antes pasamos por una plaza donde nos refrescamos con un helado y una gaseosa mientras Shantala jugaba con todos los juegos y perros que allí había.

Más tarde en el camping montamos todos nuestros bártulos en las bicis y nos fuimos a la estación de trenes, a esperar el tren de las 10 PM para regresar a nuestro hogar.

 

Fin

Conclusiones de Luis:

 Este viaje tan postergado/anhelado fue uno de los desafíos personales más grandes a los que me tuve que enfrentar ya que no encontré nadie que nos pueda asesorar sobre qué hacer para poder viajar tranquilo con una bebé de menos de 2 años.

Mi hermana me había dicho que no convenía viajar cuando tenia menos de 8 meses porque el cuellito no está desarrollado hasta esa edad, pero si bien Shantala pareció haber salido de la panza irguiéndose perfectamente desde sus primeros días, hicimos caso de esta cuestión.

La siguiente cuestión que me preocupó fue el aspecto de tener una forma de llevar a la bebé acorde a las circunstancias climáticas y minimizar el esfuerzo para llevarla poniendo como prioridad su seguridad. Y me topé con el problema de que no existía ningún carrito con las características necesarias. Los había de dos ruedas, lo que descartamos de inmediato por su ancho de trocha ya que ninguna de las ruedas pisaba exactamente donde lo hacían las ruedas de la bici, por lo que se necesitaría prestar mucha atención a esquivar, no solo los posos para la bici, sino también para las ruedas del carro.

Cuando hice un prototipo con una trocha angosta similar al ancho de las alforjas de la bici, no tardó en volcarse en cuanto una rueda agarró un cascote y la otra un poso. Pero por precaución decidí salir a probar el trailer con una carga a la que no le importó mucho rodar por el piso (un pesado trozo de muro).

Luego probé con un trailer de dos ruedas que usase las ruedas con inclinación hacia afuera, como las sillas de ruedas de maratonistas. De ese modo lograría una trocha más ancha sin sacrificar el ancho final del carro. ¡Pero no funcionó! Se volvió un tanto más pesado y los neumáticos parecían gastarse más rápidamente.

Luego se nos ocurrió usar un carro monorueda, y para empezar con algo probamos con mi carro de carga y funcionó bastante bien siendo bastante más liviano de transportar que el de dos ruedas. Al principio fuimos hasta la casa de un vecino con la bebé en la butaca del auto fijada al trailer de carga de una rueda.

Pero hacia falta todavía ponerle una capota, suspensión blanda, y barra anti-vuelco. Pero eso sólo fue el principio de la investigación que nos llevó a finalmente desarrollar el carrito con el cual viajamos.

Otros aspectos que me tuvieron un poco dudando de como proceder fueron:

La comida de la bebé.

¿Cómo entretenerla en el viaje en distancias largas?

¿Iría bien cómoda térmicamente?

¿Qué ropa le llevaríamos?

Y si se enfermaba, ¿qué haríamos?

Y si nos caíamos, ¿le pasaría algo? ¿ Y cómo la protegeríamos ante esto?

Y si se quiebra la bici al medio o el carrito, ¿cómo volveríamos?

.........

¡Y así diez mil preguntas más!

La cosa es que fabricamos el carro, estuvimos preparados y salimos con Shantala de 1 año y 8 meses y salió todo bien. Todas las preguntas que me hice anteriormente de a poco fueron teniendo respuestas simples y fueron apareciendo en el momento oportuno, nos sentimos tranquilos y fue una experiencia maravillosa.

Si me preguntan si se puede viajar con niños chiquitos, mi respuesta es que sí. Si me preguntan si es fácil, mi respuesta es que cuesta bastante trabajo pero vale la pena al 1000 x 1000!

El camino ya está abierto!

Abrazos a todos y gracias por su apoyo.

Luis

Conclusión de Anto:

Viajar con nuestra hija Shantala, es una experiencia que no queríamos dejar de experimentar. Tuvimos muchas dudas e incertidumbres, y cierto es que nos costó encontrar información al respecto. Pero el rendimiento satisfactorio del carrito y la alegría que tenía Shantala en el viaje nos animan a seguir adelante con esta idea.

El carrito ha resultado casi perfecto para nuestras necesidades. El límite, que hasta ahora al menos yo no sé como solucionar, lo pone la temperatura ambiente. Con frío y/o lluvia, hasta donde experimentamos, a la bebé se la abriga y resguarda y va perfecta; pero con el calor, cuando el sol pega, llega un momento que ya no hay como refrescar el interior de la cabina. Tenemos que experimentar en cuanto a este punto.

Algo que estaría bueno modificar, es ver qué posibilidades tenemos de hacer el trailer más liviano, sin que pierda su protección y durabilidad. En llano uno se acostumbra a tirar de él, pero en las subidas, tira muchísimo hacia abajo.  No recomiendo a nadie viajar con trailer, totalmente NO recomendable, salvo que sea indispensable, como en nuestro caso que nos parece la mejor forma para llevar a la bebé.

Otra cosa que nos gustaría crear, es la posibilidad de que el carro se pueda quitar de la bici y usar como cochecito para que uno se pueda mover a pie.

Viajar con un bebé me resultó muchísimo más cansador que hacerlo en pareja. No hay que perderle de vista al bajar de las bicis, hay que seguirle el trote todo el tiempo, no creo en este punto que halla mucha diferencia con viajar en auto, o lo que sea, estar detrás de nuestros hijos, son gajes de ser padres.

Mi familia no comparte con nosotros la idea de viajar en bicicleta con nuestra hija. Creo que tienen miedo, pero por desconocer como es. No puedo transmitirles que no hay nada de inseguro si uno lo hace concienzudamente, buscando alternativas de rutas, y siendo precavido en cuanto a las épocas del año y los sitios por donde uno pasa. No hay en realidad muchas más precauciones que uno tome para viajar sólo que si lo hace con un bebé, si uno practica esta actividad para que sea algo de placer y transcurra sanamente. Es vivirlo, presenciarlo, ser participe, para sentir y ver la felicidad de la chiquitita compartiendo esto con nosotros y entender porqué lo hacemos.

Me han preguntado, ¿porqué obligarla a viajar y a hacer lo que ustedes hacen? Entonces la repuesta que encontré dentro de mí fue ¿porqué obligarla a ser sedentaria?

Cierto es que nuestro sueño es salir, y hacer un viaje largo, y aún no lo hemos hecho. Desde que Luis hizo su travesía por Argentina, y luego le conocí, en definitiva no hemos hecho más que viajecitos como irse 15 días de vacaciones a tal lado, así que sé que aún no nos atrevimos a dejarlo todo. Pero eso es lo que me gustaría, eso representaría un verdadero desafío para mí, desarraigarme de la seguridad de casa y la ducha caliente de todos los días, y de la entrada fija de dinero todos los meses, para ponerme ante la necesidad de crear, de hallar otras formas de ganar el dinero para viajar; no sólo conociendo lugares y gente nueva, sino conociéndome realmente a mí.

Pienso que ante las distintas experiencias que uno vive, uno siente sentimientos diferentes, y va conociendo un puntito de la paleta de colores que posee dentro de sí. A cuántas más experiencias uno se exponga, y cuanto más extienda su lienzo, abriendo su corazón, más enriquecerá su espíritu y su alma, hasta que quizá algún día logre iluminarlo todo.

Gracias a todos por formar parte de esta vida.

Antonella.

 

 
 
 
 

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